Puerto Varas – Chile

Llegué a Puerto Varas a las 22h y sin lugar al que ir. Sí que había mirado más o menos por donde quedaban varios hostels, así que fui directa al que me quedaba más de camino. Por suerte les quedaba una cama, que fue para mi!! Aquella noche conocí a un holandés con el que compartía cuarto, y al charlar resulta que él también quería ir a Frutillar al día siguiente, así que decidimos hacerlo juntos en bici. En toda esa zona de Chile hubo durante una época mucha inmigración alemana, y Frutillar era uno de esos pueblos en los que abundan las construcciones y algunos platos «típicos» alemanes. Al día siguiente, y ya que el tiempo parecía estar de nuestro lado, alquilamos unas bicis y nos pusimos en marcha. Eran unos 30 km de ida, con subidas y bajadas y unas vistas espectaculares.

Al llegar, nos dimos cuenta que el pueblo en si era minúsculo pero tenía mucho encanto. Dimos una vuelta a pie, nos sentamos en un café super bonito a merendar (lo típico allí es comer kuchen, un pastel) y despues nos fuimos de vuelta (otros 30km) a Puerto Varas. Como comprenderéis estábamos bastante cansados después y además se puso a llover, así que decidimos cocinar algo y quedarnos por el hostel. Yo me lo acabé pasando bastante bien porque conocí a dos madrileños muy majos y estuvimos riéndonos bastante en la sobremesa.

Al día siguiente nos levantamos prontito Wouten (el holandes) y yo para ir al parque nacional. Es donde está el volcán Osorno, con la punta negada y que se ve desde varios puntos. El día empezó despejado y pudimos verlo, pero luego se tapó y estuvimos todo el día caminando por el parque nacional pero sin verlo. Aunque las vistas eran igualmente bonitas. Al final del día volvimos también cansados y con ganas ee una ducha y sentarnos alrededor de la chimenea del hostel 🙂

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